“HABITANTES Y CIUDADES”

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Carlos Alarcón arma sus obras con un pedazo de existencia, conjugando en tres colores una pregunta por el juego de esta sociedad que se desbarata entre las trincheras del absurdo, de la desaparición, de la mutilación y el olvido.

En el camino plástico que ha propuesto, ven la luz personajes escuetos llenos de movimiento y realidad, procreados desde la repetición y sustentados desde el cuestionamiento de la vida bélica que nos ha hecho “civilizados”. Un trabajo que toma como referente las eternas disputas consanguíneas, el cadalso, la ausencia de nombres y el dolor, con el único objetivo de recordar sobre blancos escenarios, esa brecha sentenciosa que se halla entre la verdad de nuestra sociedad y la dilatación del egoísmo.

Es maestro en Artes Visuales de la Pontificia Universidad Javeriana, especializado en Arquitectura Efímera en la Universidad Politécnica de Cataluña. Ha trabajado conjuntamente en producción audiovisual, en proyectos plásticos desde hace más de veinte años, poniendo en la pintura y el dibujo un punto de encuentro para plasmar imágenes difíciles de olvidar, y reubicando posibilidades frente al lienzo que analizan y confrontan situaciones artísticas, culturales, sociales y políticas.

Soldados que no son de plomo pero que igual se funden por acciones ajenas, piezas vivas de juguete en manos que ordenan, condena y mutilan a su antojo; la vida que no es sueño y los hombres que siguen pensando que la guerra debe estar más allá de los anaqueles de colección.

Las Angustias hechas retratos, de pequeño y gran formato, que toman a la soledad como momento anatómico perfecto, momento que se sintetiza en imágenes de rostros que intrigan al espectador; haciendo que la lectura individual se convierta en historias.

Leonardo Pineda es un  artista colombiano cuyos vibrantes colores y enérgicas representaciones llaman la atención inmediatamente. «Por fuera» describe de forma acertada, la interpretación pictórica de la vida contemporánea que podría ser Bogotá, así como cualquier ciudad cosmopolita.

El ritmo creciente de la vida urbana reflejado en la afluencia de imágenes concomitantes de entusiasmo, aunque a veces abrumadoras, fue uno de los factores determinantes y subyacentes del arte moderno. Picasso hablaba de que según su método tenía que resaltar el color verde tras haber caminado por el bosque, mientras que otros, describían el arte como la perla que se separa arduamente de un molesto grano de arena. El maremágnum de los estímulos de la vida moderna es «procesado» de este modo por medio de varios filtros conceptuales a los que llamamos estilos, desde el impresionismo al expresionismo, cubismo, surrealismo, abstracción, etc. El fascinante flujo de miradas y sonidos se integra de forma psicológica, dando lugar a nuevas realidades artísticas.

La teoría vanguardista que se utilizó para reivindicar ese cambio de estilo se ha elogiado históricamente; cada cambio revolucionario sobre la conciencia sustituye a su predecesor antes de ser eclipsado por su sucesor. Sin embargo, hoy en día ya no predomina ese punto de vista determinista, satirizado de forma memorable en una viñeta de Saul Steinberg con la marcha de un barbudo ejército beatnik. La historia del arte, como cualquier otra tradición viva, participa en un diálogo con el pasado viviente en el que cada generación aporta sus contribuciones. Los artistas de la actualidad, liberados del dogma historicista, tienen la libertad de elegir una variedad de enfoques o combinarlos para formar sus propias fusiones únicas.

La obra de Pineda ejemplifica el eclecticismo contemporáneo, combinando elementos estilísticos que normalmente no se consideran parejas estéticas: los garabatos improvisados y las perspectivas desiguales de un niño sin formación o de un extraño artista, el asunto cotidiano del realismo de Ashcan, del cubismo y del arte pop las enérgicas pinceladas y el ambiguo espacio en 2D/3D del expresionismo abstracto, el uso de la proyección fotográfica y de la serigrafía desde el foto realismo hasta el pop respectivamente, el uso de palabras pintadas, como en tráfico, Martini, botella, zoom, metro o caminando sola, y las flechas para formar concretos poemas visuales y verbales. El trazo y el color, la palabra y la imagen se juntan para crear nuevas identidades poéticas. Estas obras de gran riqueza visual, que mezclan técnicas con acrílicos, marcadores, pasteles al óleo o collage, tienen una carga temática y estilística, así como indicios tan disparatados como los de Warhol, Johns, Dubuffet, Twombly y Basquiat. 

La muestra de Pineda, conformada por 36 obras entre pequeñas medianas y grandes, está hecha en técnicas mixtas sobre tela, acrílicos, oleo, marcadores, laminilla de plata y oro, pintura sobre espejo, acero, pintura de poliuretano y oleo

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