En febrero diversos países alrededor del mundo celebran San Valentín y ante la creciente demanda por este producto, la industria cacaotera colombiana ha jugado un rol fundamental en el abastecimiento.
En esta fecha las parejas usualmente se hacen obsequios, dentro de los cuales se encuentra el chocolate; un clásico de esta tradición y que viene en distintos empaques, envolturas y presentaciones. Recibir una caja en forma de corazón es, sin duda alguna, más que un detalle, es una experiencia que involucra sentidos como el olfato, el gusto y el tacto.
Proveniente del cacao y de las civilizaciones mesoamericanas como la Azteca y la Maya, el chocolate es sinónimo de conexión con la tierra y las emociones. Este alimento, además de ser conocido como un antidepresivo natural, por apoyar la generación de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina; funciona como un regulador, reconstructor y energético que cuenta con vitaminas y minerales.
Birgitte Rasine, escritora checho-estadounidense comenta que “El uso original del cacao era ceremonial y en forma de bebida (caliente o fría), se usaba para celebrar y conmemorar eventos especiales, como bodas y nacimientos, y los sacerdotes mayas también lo usaban para comunicarse con los dioses”. Así mismo, explica que el cacao era tan valioso que “fue utilizado como moneda por los Mayas y los Aztecas. Quizás de aquí es de donde viene la frase ‘el dinero no crece en los árboles’ … en aquel entonces, ¡ciertamente lo hizo!” expresa Rasine.
Ante la creciente demanda por este producto, la industria cacaotera colombiana ha jugado un rol fundamental en el abastecimiento de las demandas de países como Estados Unidos, México, Malasia, Bélgica, Holanda, Indonesia, Ecuador, Sudáfrica, Perú, Argentina, Chile, Panamá y Alemania, en el marco de esta celebración según Fedecacao.
A esta celebración se suma la música que, junto al chocolate, conforma una dupla extraordinaria para potenciar las emociones. Los estímulos sonoros combinados con alimentos o bebidas pueden realmente impactar la experiencia y generar diferentes tipos de sensaciones.
Felipe Reinoso Carvalho, profesor de Marketing de la Facultad de Administración en la Universidad de los Andes, se ha constituido como un experto en el asunto y ha liderado diversos proyectos centrados en la relación música – chocolate. El profesor explica que en varios experimentos se ha hecho el proceso de identificar qué componentes de una canción (frecuencias, timbres, ritmos o armonías) se pueden asociar con elementos del universo de los sabores (textura, amargura, dulzura, temperatura u otros).
El profesor relata que ha realizado diversos procesos para deconstruir toda la información que usan los músicos para componer y ha usado los elementos – de ambos mundos – para asociarlos de forma congruente. Explica que, “cuando encontramos estas relaciones [entre sonido y sabor] hemos sido capaces de dar herramientas a los músicos para componer canciones en las que la mayoría de las personas tienda a asociar momentos de la música con dulzura, amargura o acidez, o suavidad y etc. Es así como, logramos generar músicas que pueden realzar ciertas notas de sabor, en este caso, de los chocolates”.
Utilizado como divisa por las antiguas civilizaciones, el cacao se ha integrado al día a día de las personas transformándose en un producto multifacético que hoy se conoce como el chocolate. En Colombia, por ejemplo, desde hace casi 100 años la Compañía Nacional de Chocolates acompaña a los hogares del país y se ha incorporado a la cultura colombiana gracias al tradicional Álbum Jet, evolucionando la aventura de comer chocolate.
Desde las recetas más exquisitas hasta postres, bebidas o terapias en la piel (chocolaterapia), este producto también se ha convertido en un aliado de los enamorados y de la mano de herramientas como la música y la ambientación puede ser toda una experiencia sensorial. Por eso, en este San Valentín no olvide dentro de su lista una buena playlistist y, sobre todo, unos buenos chocolates.