En la temporada de vacaciones de mitad de año, cuando miles de familias buscan destinos cercanos, sostenibles y llenos de experiencias para todos los gustos, el municipio de La Mesa, Cundinamarca, ofrece una joya cada vez más valorada por los viajeros: el Rancho Ecoturístico El Faro, un parque temático natural que combina aventura, bienestar, gastronomía local y compromiso social.
A tan solo hora y media de Bogotá, este destino logra reunir lo mejor del ecoturismo con un enfoque innovador que va más allá del descanso tradicional. En sus más de cinco hectáreas de naturaleza preservada, los visitantes encuentran actividades como tirolesa, bicicletas aéreas, arborismo y paintball en escenarios al aire libre, además de zonas de relajación como una piscina salina libre de químicos, sauna ecológico y senderos para caminatas contemplativas.
El hospedaje tipo glamping —una opción que se ha posicionado entre los viajeros que buscan conexión con la naturaleza sin perder comodidad— permite vivir una experiencia inmersiva con vistas privilegiadas y servicios pensados para el descanso profundo.
El Faro ha sido diseñado para recibir desde escapadas románticas hasta salidas familiares o empresariales. La oferta se complementa con un restaurante campestre de cocina criolla, áreas de picnic, zonas para meditación y una oferta de bienestar basada en principios de turismo sostenible. La experiencia es integral: activa el cuerpo, relaja la mente y genera una reconexión con el entorno natural.
Crecimiento turístico con impacto local
Pero más allá de su propuesta turística, El Faro también se destaca por su dimensión social. Cada diciembre, desde hace ocho años, organiza una celebración navideña para más de 300 niños de veredas vulnerables del municipio. La iniciativa incluye almuerzos, regalos, actividades lúdicas, personajes sorpresa y la presencia de autoridades locales, bomberos y voluntarios. Este esfuerzo ha convertido al parque en un referente de turismo con propósito en la región.
La iniciativa familiar liderada por Enrique Durán ha logrado posicionar a El Faro como uno de los atractivos emergentes del suroccidente de Cundinamarca. Su propuesta ha dinamizado el empleo local, el consumo de productos agrícolas de la zona y la visibilidad de rutas alternas al turismo tradicional.
En un contexto donde cada vez más viajeros priorizan destinos con conciencia ambiental y social, El Faro se consolida como una opción destacada para las vacaciones de mitad de año, especialmente para quienes buscan experiencias diferentes, accesibles y memorables, sin salir del centro del país.
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