La Barbie y Kent en epidemia

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Isabel Cristina Bettin Vallejo – Psicóloga

En un mundo hiperconectado, ha imperado lo que aparece en las redes sociales y la televisión,  domina la preocupación por mantener un perfeccionismo físico con una huella  psicológica y social impactante.  Los creadores de la Barbie y  Kent nunca llegaron a imaginarse que llegarían a presenciar  momentos tan desafortunados y catastróficos al existir tal epidemia: “El culto al cuerpo” que  se  expresa en la despersonalización del ser para parecerse a una imagen ideal.

“Uno de los casos más impactantes fue el de Sha, una joven de 19 años nacida en el estado de Texas, que soñaba con ser igual a la actriz Pamela Anderson: Para lograrlo se sometió a varias cirugías. Primero  se aumentó el busto, luego se inyectó colágeno en los labios, se realizó una liposucción en abdomen y piernas y finalmente,una lipoaspiración debajo de la barbilla. Aunque su aspecto cambió considerablemente, aseguró no sentirse conforme con los resultados y manifestó su intención de ahorrar más dinero para volver a entrar en el quirófano”. El espectador 25 de junio 2018

Podemos copiar modelos, querer ser bellos, musculosos, delgados y buscar los caminos más cortos,  el peligro es cuando nos alejamos de la salud y entramos en los trastornos como la vigorexia (Culto a los músculos y la chocolatina), anorexia, dejar de comer para no engordarse; ortorexia, obsesión por comer comida saludable; bulimia, incapacidad de controlar los impulsos de comer, pero los sentimientos de culpa son tan grandes que recurren al vómito, laxantes o diuréticos  para contrarrestar las consecuencias  y luego vienen  los atracones que son ingesta exagerada de alimentos.  Esto se vuelve un circulo vicioso;  o la llamada dismorfobia (Sentirse feo, con deformaciones físicas, buscar la belleza y la perfección y nunca alcanzarla) con mayor impacto e incidencia en los adolescentes de ambos sexos; la tanorexia  obsesión por tener un color de piel bronceado; blancorexia  obsesión por tener unos dientes relucientes.

Todos estos deseos expresados a través de obsesiones son  mantenidas por el factor cultural.

¿De donde viene todo este fenómeno? ¿Será la moda? ¿Será la presión social?  ¿Será la inmediatez? ¿Será la estructura de personalidad frágil?   Pueden ser todos los aspectos o ninguno, es posible que  detrás de esta epidemia haya un vacío existencial, falta de seguridad personal, baja autoestima, síntomas de ansiedad, tristeza y /o vergüenza, mal manejados, seguramente por falta de claridad en la crianza o falsas expectativas e ideales que los invitan a reinventarse.

Las consecuencias tanto en los hombres como en las mujeres no se hacen  esperar, cuando están obsesionados con la belleza, especialmente las mujeres son más propensas a presentar síntomas de depresión y desordenes alimenticios, pero en los dos casos   son más propensos a someterse a procedimientos quirúrgicos.

Otras consecuencias son el aislamiento, bajo rendimiento y deterioro en la calidad de vida.

¿Qué hacer?

Ayudemos a estos jóvenes a valorar su ser, comprender, tener confianza en su propia realidad biológica y psíquica, reforcemos sus habilidades sociales, personales y estimulémoslos  para superar sus limitaciones,  logren encontrarse con orgullo y gusto personal.

Fomentemos la autonomía y pensamiento crítico, no criticón para enfrentar y afrontar los mensajes masivos de los medios de comunicación y la publicidad en el que se  presenta la belleza como perfección del cuerpo y no del alma.

No dejemos las buenas costumbres: comer en familia, no  por protocolo, si no por  vínculo emocional para ser un modelo constante para ellos. No exijamos  metas académicas, deportivas o estéticas inalcanzables, ni estimulemos las dietas o la obsesión por la perfección.

Debemos estar alertas, sintamos a nuestros hijos, si observamos excesos o escasez, la detección temprana y  buscar ayuda pronto, es fundamental.

Confíen en el colegio,  es un punto de apoyo que fortalece la educación para la salud.

Se debe cuidar la alimentación, modelar los hábitos y acompañarlos desde que nacen hasta su independencia económica, no exija lo que usted no modela.

La belleza física es pasajera, la espiritual y el valor del ser uno mismo no se compra, no se hace con bisturí se hace con  naturalidad y  fuerza.

Recordemos, “siempre es temprano para parar y nunca es tarde para empezar”.

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