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En el marco de la elección de la nueva representante de Colombia al certamen más importante de belleza del universo, algunas de las valiosas mujeres que compiten por el título, llevan dentro de su portafolio de belleza y estudios, duras circunstancias de vida cuya experiencia lejos de avergonzarlas, las enriquece como seres humanos, que buscan compartir sus situaciones particulares para personas con vivencias similares,  que puedan proyectarse en salir adelante y triunfar en medio de la adversidad.

“Es una realidad que Colombia ha vivido una dura situación de violencia a través de su historia y que de una u otra forma nos ha vuelto solidarios, pero desde que presido el certamen, he estado abierta a leer, escuchar e interpretar la vida de decenas de jovencitas, que no la han tenido fácil antes de llegar acá y por eso mi compromiso es cada vez mayor, para que a través de esta plataforma, no solo sean escuchadas, sino ayudadas, así como sus familias y comunidades cercanas”, afirmó Natalie Ackermann.

“Hijas de madres solteras, desplazadas por la violencia que han visto morir a sus padres o hasta crecer con la ayuda de vecinos porque nunca vieron a sus parientes más cercanos, son algunas de las historias que nos han compartido jóvenes valiosas, que no se quejan, sino comparten y enseñan. Y aunque contamos con niñas de familias acaudaladas, con estudios en exterior y un roce social por encima del promedio, me alegra mucho saber que Miss Universe Colombia fusiona en un mismo grupo a niñas muy distintas, pero iguales a la vez. Eso es lo que siempre he querido mostrar con nuestro lema de: Colombia Unida”, concluyó.

Luisa Urango, Córdoba, María Alejandra López, Risaralda, Xiomara Alfonso, Guaviare, Natalia Garizabal, Magdalena, Hilsse Barrios, Casanare.

 

Luisa Urango, Córdoba, «sin duda alguna uno de los eventos que  marcó mi vida fue cuando a los 3 años de edad vi como asesinaban a mi padre miembros del M-19. Esa noche mi mamá, mi hermano y yo, no sólo perdimos a nuestro ser amado, sino que nos convertimos en una más de las familias desplazadas por la violencia en Colombia». 
María Alejandra López, Risaralda, «estudié toda mi universidad becada gracias a los concursos de belleza,  la educación  ha sido fundamental en mi desarrollo como persona y futura profesional. Quiero llevar a todos los rincones del universo mi mensaje desde la conciencia, el amor y la unidad; entender que somos uno solo, que somos un infinito de posibilidades».
Xiomara Alfonso, Guaviare, “llegó la hora de que las tribus indígenas pertenecientes al departamento del Guaviare tengan las mismas oportunidades y opciones que Colombia le brinda al resto de sus departamentos, por lo que quiero trabajar desarrollando proyectos en los que se capaciten y motiven, contribuyendo al desarrollo empresarial de estas comunidades entre las que se encuentran más de once pueblos indígenas, involucrándolos en el área de la moda, medios de comunicación y el turismo para por medio de estos dar a conocer toda su riqueza».
Natalia Garizabal, Magdalena, “una de las situaciones de mi vida que más me ha marcado fue el fallecimiento de mi abuela cuando yo tenía alrededor de once años; fue una experiencia desgarradora por el significado emocional que tenía ella en mi vida, ya que para mí, ella, junto con mi mamá, son las personas más importantes que han estado en mi vida».
Hilsse Barrios, Casanare, «en 2002 nos mudamos a una vereda donde  viví el conflicto armado, había que pedir permiso para vivir y trabajar.  Un grupo al margen de la ley tenía el control de nuestras vidas. Aparecían de la nada personas muertas, pasaban cosas que no me explicaba y eso me generó mucha impotencia. La vida de mis padres estuvo en peligro. Mi mamá llegó a decir que si los mataban a ella ya mi papá, que nos mataran a de una vez para no dejar huérfanos a sus hijos».

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